jueves, 9 de enero de 2014

Nobleza

Hace unos meses me encontré esta historia que me sorprendió, tan real y ejemplarizante, como más de una vez he dicho hay cosas que están por encima de todo, por muchas desavenencias que tengas en el día a día con una persona, hay cosas, como la salud o el dolor por una enfermedad o muerte de un familiar o de la misma persona, con las que no se debería jugar. Todo ello, desde mi punto de vista, claro está. Allá cada cual con su conciencia. Os incluyo a continuación el relato de la historia que os quería poner.
Ésta es una historia conmovedora, protagonizada por los dos tenores más famosos del mundo: Plácido Domingo y José Carreras. Es conocida la rivalidad existente entre los catalanes y los madrileños en el ámbito político. Los mayores rivales del futbol español son el Real Madrid y el Barcelona. Pues bien, Plácido Domingo es madrileño y José Carreras, catalán.
En 1984, por cuestiones políticas, Carreras y Domingo se enemistaron. Siempre muy solicitados en todas partes del mundo, ambos hacían constar en sus contratos que solo se presentarían en determinado espectáculo sí su adversario no era convocado.
Pero, en 1987, Carreras conoció un enemigo mucho más implacable que Plácido Domingo: la leucemia. Su lucha contra el cáncer fue sufrida y persistente. Se sometió a varios tratamientos, como el auto transplante de la medula ósea, además de transfusiones de sangre, lo que lo obligaba a viajar una vez por mes a Estados Unidos.
Como es obvio, no podía trabajar en esas condiciones y, a pesar de ser dueño de una razonable fortuna, los altos costos de los viajes y del tratamiento, rápidamente debilitaron sus finanzas.
Cuando no tuvo más dinero, se enteró de la existencia de una fundación en Madrid, cuya única finalidad era solventar el tratamiento de leucémicos. Gracias al apoyo de esta fundación, Carreras pudo continuar su tratamiento venció la dolencia y volvió a cantar. Luego de cobrar, merecidamente, los altos honorarios que acostumbraba percibir, José Carreras intentó asociarse a esa fundación. Cuando leyó sus estatutos, quedó absorto: el fundador, mayor colaborador y presidente de dicha institución era Plácido Domingo.
Descubrió que éste había creado la entidad en principio, para atenderlo exclusivamente a él y que se había mantenido en anonimato para no humillarlo.
El instante más conmovedor-programado por Plácido-fue el encuentro de ambos en una de sus presentaciones en Madrid.
En un momento dado, Carreras interrumpió el concierto y humildemente, le pidió disculpas y le agradeció su invalorable ayuda. Plácido lo tomó de las manos y con un fuerte abrazo sellaron el inicio de una gran amistad.
Más tarde. en una entrevista, una periodista le preguntó a Plácido Domingo:
-¿Por qué creó la fundación en un momento en el que, además de beneficiar a un "enemigo", revivía al único artista capaz de competir con usted?
La respuesta de Plácido Domingo fue breve y concluyente:
-Porque una voz como ésa no se puede perder.


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